Cansado, agotado, hambriento y sediento. Canuto tenia un par de décadas sin sentirse así. Después de todo, estaba muerto, y comer no era mas que un recuerdo.
Un recuerdo que lo obligaba a seguir con su chambita de psicopompo, o guía de nuevos muertos.
En ocasiones anteriores, había regresado con los vivos después de un periodo casi vacacional. Moría, trabajaba un tiempo como mil-usos en el inframundo, juntaba su lana y compraba su boleto de regreso. Usualmente elegía años en los que la mortandad seria poca, y la moral entre la gente próxima a fallecer era alta. Inicio su anterior vida poco antes de 1914 (su llegada una de las dos profecías que un tal Russell llego a acertar, la otra fue el resultado de un juego de piedra papel y tijeras, juego que nombro amoral y satánico cuando se le pido la revancha). La Catrina aun se encargaba de la mayoría de los asuntos relacionados con guerras y guerrillas, así que la carga laboral no era tanta ni tan pesada.
Las primeras dos guerras mundiales terminaron con esa paz en los sepulcros. Eso, y la penicilina.
Ahora Canuto tenia mucho que hacer. Aun después de automatizar el sistema de recolección de almas y de ponerle un nombre muy, muy chido y fácil de recordar, Izanami siempre traía algún caso que el tenia que atender *personalmente*.
"Hey! Tengo un caso de vida o muerte!" decía risueña, como si ella hubiera sido la primer persona en descubrir la ironía*. Canuto pretendía no escucharla, a ella no parecía importarle. "O debería decir de 'vida artificial o muerte'? En fin, como tu eres el que sabe manejar computadoras, tienes que venir."
"Saber manejar computadoras". En la mente de Izanami, esa frase significaba que Canuto podría desde conectar un cable suelto de teléfono, hasta hacer un emulador del Corazón de Oro para su perrogami 2501. Canuto simplemente se levanto y fue a ver que demonios quería. No se puede discutir con la muerte.
*En realidad había sido su hermano Xolotl quien descubrió la ironía, pero a el nadie lo pela.
Un recuerdo que lo obligaba a seguir con su chambita de psicopompo, o guía de nuevos muertos.
En ocasiones anteriores, había regresado con los vivos después de un periodo casi vacacional. Moría, trabajaba un tiempo como mil-usos en el inframundo, juntaba su lana y compraba su boleto de regreso. Usualmente elegía años en los que la mortandad seria poca, y la moral entre la gente próxima a fallecer era alta. Inicio su anterior vida poco antes de 1914 (su llegada una de las dos profecías que un tal Russell llego a acertar, la otra fue el resultado de un juego de piedra papel y tijeras, juego que nombro amoral y satánico cuando se le pido la revancha). La Catrina aun se encargaba de la mayoría de los asuntos relacionados con guerras y guerrillas, así que la carga laboral no era tanta ni tan pesada.
Las primeras dos guerras mundiales terminaron con esa paz en los sepulcros. Eso, y la penicilina.
Ahora Canuto tenia mucho que hacer. Aun después de automatizar el sistema de recolección de almas y de ponerle un nombre muy, muy chido y fácil de recordar, Izanami siempre traía algún caso que el tenia que atender *personalmente*.
"Hey! Tengo un caso de vida o muerte!" decía risueña, como si ella hubiera sido la primer persona en descubrir la ironía*. Canuto pretendía no escucharla, a ella no parecía importarle. "O debería decir de 'vida artificial o muerte'? En fin, como tu eres el que sabe manejar computadoras, tienes que venir."
"Saber manejar computadoras". En la mente de Izanami, esa frase significaba que Canuto podría desde conectar un cable suelto de teléfono, hasta hacer un emulador del Corazón de Oro para su perrogami 2501. Canuto simplemente se levanto y fue a ver que demonios quería. No se puede discutir con la muerte.
*En realidad había sido su hermano Xolotl quien descubrió la ironía, pero a el nadie lo pela.