jueves, junio 28, 2007

40-7

1,2,4,16,
Replicando, interpretando, mezclando.
Mitocondria de la madre,
23 cromosomas del padre.

Celulas vistiendo su nuevo uniforme.
Leyendo ordenes en Gs y Ts y As y Cs.
Filas de tambores sincronizandose en ritmo.
19 milimetros resonando en su sismo.

Nausea matutina, falta de apetito.
Insomnia, molestia, mal humor.
Cuerpo y mente cubiertos en frio sudor.

Natural no implica facil.
Aceptar con gusto lo es.

256,
Sesenta y cinco, quinientos treinta y seis.
Multiplicando, exponenciando, estructurando.
Tomalo con calma.

Te estaremos esperando.

martes, junio 05, 2007

Yo no creo en los fantasmas

La Srta. Pudul no creía en los fantasmas. En su experiencia personal, ninguno había hecho o dicho algo fidedigno. "Solo ven lo que quieren ver", se decía. "Solo buscan resolver sus problemas, sin importarles los demás", reafirmaba con un claro ademán de enojo en contra de su acompañante. La Srta. Pudul era la encarnación de la indignación, voz tan agria como el machiatto de grano chiapaneco que bebía. Su impasivo cohorte solo se encogió de hombros, casualmente admirando los arqueados y amarillos interiores de café en donde se encontraban.

"Tu seguramente eres igual que todos, ¿que quieres? ¿Que pida perdón en tu nombre? ¿Que cumpla una promesa que yo no hice? ¿Que desentierre un tesoro que no es mio? Peor todavia, uno con el que no me quedare ¿Para que me trajiste aqui?".

"Solo quiero que me pida un espresso doble, ya esta pagado".

Un joven mesero alcanzo a ver desde el otro lado del café como una casi esquelética y pellejuda mano llamaba su atención. Con toda naturalidad tomo la orden y minutos después con toda naturalidad la cumplió, dejando una taza minúscula llena del brebaje divino, justo frente al asiento vació de esa mesa para dos. Sonrió amistosamente hacia la madura mujer, llenando su romántica cabeza de imágenes de una viuda recordando el espíritu de su amado, repitiendo una de las primeras o mas memorables citas de su juventud, soundtrack de trova cubana incluida. Imágenes inmediatamente destrozadas por otra mas viva; la de una oscura figura envestida en una parca color verde con las ojeras mas profundas y purpuras jamas imaginadas por mesero alguno, con una mirada que si hablara diría "Mira, mi chavo, no te hagas ideas locas. Solo vine por un café. Regresate y pon todo a la cuenta de Canuto, propina incluida. Ahora". Segundos después, desde la seguridad ofrecida por la barra, el mesero ofreció una mirada insegura a la mesa, "Tampoco te manches con la propina, 10%!", retumbo otra mirada dentro de su propio y personal cráneo.

Una espectral sonrisa cubrió el rostro de Canuto, mientras saboreaba cada molécula de aroma cafeinico. Tenia mucho tiempo sin darse un lujo como estos. Para alguien como el santo, estar muerto no equivale descansar en paz.

La Srta. Pudul se quedo callada, concentrando indignacion, ante el espectaculo de satisfaccion absoluta mostrada por la ectoplasmica entidad. En lugar de estar al lado de algun galante galan, compartir la mesa con algo que ni siquiera puede tocar los cubiertos era impensable para alguien de su arcurnia. Tal vez si fuera una mascota, un gato, un perrito faldero. Pero no, algo le hizo aceptar la invitacion a tomar un cafe y ahora tendria que aguantarse. Lo que no aceptaria, oh no no, seria cualquier favor pedido por esta chusma de fantasma. Solo esperaria a que lo pidiera, y nariz en alto, diria algo como "Lo siento, no". Si, eso es lo que haria y es en lo que usaria indignacion de la mas alta calidad.

"Lo siento, me tengo que ir. Tengo partido con Xolotl. Ya pague la cuenta, ah, ya le había dicho. Bueno, gracias por acompañarme. Adiós".

Insultada, bolso en mano, termino el resto de su machiatto. Estaba insultada y tenia que demostrarlo, y cargar el bolso en la mano era la forma mas gráfica con que hacerlo. Dejaría el café a medio beber para remarcarlo, de no ser que estuviera tan sabroso. Momentos mas tarde retomaba su dramática salida del colonial establecimiento.

"Aquí esta su recibo, Señora"
"Señorita"
"Su recibo, Señorita"
"Ha que con estos fantasmas irrespetuosos, puedes creerlo?"

El mesero, con una cara compuesta tres cuartos de "¡Ah! ¡Ahora entiendo!" y un cuarto de terror, solo atino a decir bajo una voz quebrada:

"..."