San Canuto se dirigia en su peregrinaje semanal al sagrado templo de la perenne Arcadia iluminada, cuando escucho a un joven maldecir y profanar indignado por la falta de atencion que recibia ante un grupo de eclesiastas. Los eclesiastas, notablemente agotados por el interminable ruido, trataron primero de conversar con el. Esto no funciono. Trataron de pedirle cordialmente que se retirara, o que pensara antes de utilizar su aparato vocal. El jumento se sintio ofendido, y la profanidad continuo.
Los eclesiastas se volvieron hacia San Canuto, en busca de ayuda. Mientras tanto, el joven comenzo a vandalizar el area de comunion llenandola de grafitti y papel de baño. El maestro pidio un poco de tiempo, y permitio que los rastros que todo ser deja en esta realidad, lo llevaran hasta el lugar de donde tal molestia procedia.
Siguiente capitulo: Ban by Fire.
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