y veo un rostro triste, pero ecuanime, estoico. Otro mas, y otro mas. Tomo los escalones a un tunel. Luces amarillas, ruido, gritos que llegan como murmullos. Algo me jala el brazo derecho, pero no veo a nadie.
Salgo del tunel y me encuentro asoleado y sudado. En medio de gente cargando abarrotes, hijos y e hijas. Me restrego los ojos con una mano ceniza. La manga derecha marcada en rojo. Toco en la puerta de una casa que no he visto nunca, que reconozco perfectamente.
Me atiende una señora impecablemente vestida e impecablemente arrugada. Trato de disculparme por mis fachas cuando finalmente me doy cuenta que esto es un sueño,
y despierto.
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