martes, junio 21, 2005

tercer y ultima parte, Lisandro, el martir

Bernardo escuchaba con atención la explicación que le daba su profesora de Chicharrón Con chile para extranjeros. Según ella, “tío” no se utiliza como nombre aquí, solo en algunas partes de Europa conocidas como Galicia y Salamanca.

"Un tío es el hermano de uno de tus padres"

Esto fue una sorpresa. Hasta ese momento no le había dado curiosidad el porque cada día tenia que sufrir golpes después de que alguien gritaba "Tío!". Asumía, como su programación social lo indicaba, que con simplemente estar aquí seria objeto de la violencia característica de la zona. Ahora estaba confundido. La televisión lo había mal informado.

No, imposible, el mal-interpreto a la televisión. Si, esa es la única explicación. Ahora al siguiente problema. Si alguien lo llamaba tío, debería ser porque obviamente es su sobrino. Después de darse una palmadita a si mismo por la brillante deducción, saco su flamante libreta de notas y apunto cuantos datos tenia hasta ahora. No era común que tuviera episodios de genialidad detectivesca, así que quería por lo menos disfrutar el evento emulando a Colombo. Además, siempre quiso utilizar ese brillante cuaderno.

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  1. Para ser tío, se necesita tener hermanos con hijos.
  2. Soy hijo único
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Un poco desilusionado por la falta de una estructura mas complicada de pistas y claves, Bernardo se resigno a esbozar la única conclusión lógica: que seguramente su padre creo por lo menos un clon suyo en versión XX, y que lo mando al otro lado del mundo, por lo menos 30 a;os en el pasado, en donde creció y tuvo un hijo que, sin entender las simples leyes de la ciencia ficción, asumio que la semejanza se debía mas a tradicional genética que a su prima, la genética hip-hop.

Ya aclarado esto, pregunto si era común que a los tíos se les golpeara periódicamente. Su paciente maestra explico que en realidad esto era mas bien a irregulares intervalos, y solo si se hablaba de política después de ingerir profusas cantidades de alcohol. Sintiéndose algo humillado, decidió que la próxima vez que su sobrino-hijo se apareciera, por lo menos le invitara algunas cervezas, y pedirle que no fuera tan diligente en sus visitas familiares. El plan de como hacerlo lo construiría a la sombra de los cuidados arboles de la plaza, frente a uno de los hermosos, coloniales, perfectamente cuidados y poco funcionales teatros de la ciudad.

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Lisandro se encontraba en esos momentos sentado en la escalinata de un teatro cercano, relamiéndose la fresca herida recibida horas antes. Era apenas si una superficial cortada a nivel del serratus posterior superior, y ciertamente lamer una herida en ese lugar no es algo que no se logre sin tener un alto grado de elasticidad y entrenamiento, o una deformante mutación genética. Lisandro no tenia ninguna de estas dos condiciones, era simple y llana estupidez, aunada a una terquedad extraordinaria. No dejaba de sorprender a los transeúntes y turistas que esta persona no se lastimara el cuello al estar en esa posición. Lisandro no parecía tener dolor, o problema alguno, incluso dejo su mente vagar por un momento, suficiente para notar que tenia hambre, y ocuparla en decidir que coctel de frutas pedir del carrito en donde ese maldito asiático abandona hermanas estaba comprando un vaso de melón chino.
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-"Tío!"

Bernardo fue sorprendido por la familiar chirriante voz, pero gracias al torrente de adrenalina que corrió por sus venas, junto con los felinos reflejos obtenidos por meses en las arcadias, evito derramar uno solo de los deliciosos cubos de melón chino. Cuando volteo para investigar el origen del escalofriante sonido, solo pudo ver un amasijo de gente rodeando las escalinatas. Su corta estatura evito que pudiera ver mas. Creyendo que era otro mas de los actos de los mimos de la ciudad, que detestaba, se dirigió a la banca mas cercana al quiosco a esperar a que los mariachis de las 12 comenzaran a tocar.

La mañana siguiente no hubo nadie esperándolo con un mazo fuera de su puerta, ni escondido en los secos arbustos del jardín de la vecina, y tampoco sintió la perversa mirada llena de rencor que era el preludio a los dos golpes matutinos. Algo de tristeza lo cubrió, ya no se era parte de la comunidad. Ya no era víctima de la violencia, ya no tenia la anécdota completa que presumir a sus amigos cuando regresara a su país. Ni siquiera la experiencia casi mortal de subir al autobús lo hizo sentir mejor. Pero así es la vida, y no sera nada que una orgía de pizza y Dorakue no arreglen.

Un hombre en bata se rasca la barba mirando el karte, en sus años de carrera nunca había sabido de nadie que se rompiera el cuello tratando de lamerse una cortada. Según testigos, no fue el acto de lamerse la espalda, sino el tratar de girar el cuello 360 grados en dirección de un carrito de fruta lo que causo el accidente. La ciudad inmediatamente declaro ilegal el acto de girar la cabeza de esa manera, creando controversia y trabajo para 100 reporteros desempleados. Lisandro inmediatamente se convirtió en mártir.

Su madre solo se pudo preguntar si la idiotez de su vástago fue causada por ella ser un clon femenino del hijo de un científico loco con mucho tiempo libre y un boleto para usar la máquina del tiempo.

2 comentarios:

Garu dijo...

Jajá jajá, muy buena narrativa, y sobre el desenlace muy a la japonesa. Jajá jajá

Voto por ti para ganar el premio veterano de literatura.

Anónimo dijo...

Sip, aca ya esta el primer nominado... pasenselo al Zarex...jajajajajaja...