domingo, agosto 19, 2007

tacos

Bernardo no estaba al corriente de que todo esto pasaría. Bernardo era un simple miembro de la raza humana, y como todo humano, entre mas ignorante, mas feliz. Bernardo era feliz de no saber que su padre había hecho clones de su persona, y tampoco sabia que uno de estos era la persona que le proveía de tortillas para su puesto. Solo una persona podría romper ese escudo de ignorancia, y por el momento, se encontraba ligeramente privado de vida y cuerpo.

No es que no estar vivo fuera un impedimento para San Canuto, solo que tenia otras personas a quienes molestar. Regresemos con Bernardo.

Décadas habían pasado desde que su existencia era de interés ante las fabricadoras de noticias y verdades del pueblo. Una de estas razones es que la mayoría de estas ya se encontraban chismorreando en el otro mundo, donde la búsqueda de la razón de porque no tenia ángeles cantando arias, o demonios torturándolas con trinchetes y demás adminículos punzo-cortantes era mas importante que saber los orígenes de un japones llamado Bernardo. La actual generación de ingenieras de la información se dedicaban a hacer fila frente a la tortilleria, mientras debaten filosofía y quien se va a casar con quien en su novela.

Tanto tiempo paso Bernardo en el país de cielos azules y casas de ladrillo y piedras rosas y mordidas y pobres servicios públicos, que perdió interés en regresar a su isla de puertas automáticas, bienvenidas automáticas, frijoles fermentados, tifones y carreras de ratas. La cerveza sabia a cerveza. El pelear con la burocracia le daba la misma emoción y sentimiento de futilidad que ver el precio de una manshon cuando en su isla. La televisión no era sobre gente comiendo, por que comer algo sabroso no era motivo de ficción o asombro.

Sin tener uso para su titulo como agente de bienes raíces (profesión que cae como la tercera mas inútil del mundo, eliminando cualquiera que tenga que ver con curules y gabinetes), Bernardo aprovecho su diplomado en chicharrón con chile para obtener una chamba bajo el Marques de Embajadoras.

Un lustro después, Bernardo pasaba días tras días rebanando, picando, asando y molcajeteando.

Embajadoras en la mañana es mercado, a medio día es tianguis y lugar para tomar taxis y autobuses. En la tarde es zona para descansa y meditar sobre los sucesos del dia, mientras se consume un helado con autentica fruta y moras. De noche, flamas y brazas arden y cocinan sacrificios vacunos, porcinos y equinos. Sacrificios que ritualmente serán puestos sobre una lamina de pan de maíz asado, para ser bañados por picantes salsas.

Es obvio que esto atrae mas de un estomago hambriento. Es obvio, también, que esto hace de esta pequeña zona un portal hacia dimensiones

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