Mictlan, esquina con Hades. Domicilio conocido.

"¿Alo? ¿Canuto, siii? ¿Me trajiste un poni rosa? ¿tres? ¡Ay, que lindo! Si, ahorita mando a alguien." Izanami-chan, mejor conocida en otros lares como "la muerte", cerro su increiblemente decorado celular mientras ordenaba a su sirviente a la puerta. Xolotl.

Xolotl ha sido fiel a la familia Muerte desde que tuvo uso de razon. Desde que era un joven y tierno cachorro ayudo a los planes del otro mundo, corriendo a la humanidad del infierno, llevandoles fuego, devorando al mortal que se atreviera a mirar feo sus pies. Ya adolescente, obtuvo el puesto de guia oficial, junto Anubis. Este trabajo lo encontraba muy divertido, la paga era buena, las horas cortas, y podia botanearse a los nuevos descorporeados sobre como le echaba la mano al Sol para que no se apagara cuando se sumergia en el Atlantico (hasta que Copernico termino con el chiste). A la salida de la chamba se tenia tiempo de ir a jugar basket callejero con Virgilio y Caronte.

Mientras caminaba hacia el portal que separaba el Hades de la zona mortal, Xolotl imaginaba que aventuras traeria el vivo. ¿Tendria que pelear contra el por el pasaje? ¿Lo llevaria a pasear hasta el ultimo circulo del infierno? No importaba que fuera, tendria que causar una buena impresion. "Todo es cosa de la apariencia" se dijo, "Nadie se asusta de esqueletos en estos dias... pero aun puedo traer pesadillas con mi otra cara".

"Ah, Fido, ¿que onda? Mira, traigo prisa, ¿le puedes llevar a estos cuates a la señorita Izanami Muerte? De parte de Tiempo y Canuto. Nos vemos".

Xolotl no tiene mas que ofrecer que una mirada vacia ante los tres potros. Los potros no ofrecen mas que un trio de igualmente vacias, pero inexplicablemente tiernas y tranquilizadoras, miradas al hijo de Cuatlicue. Nada de aventura, entonces. Nada que platicar despues del partido del sabado. Un par de toquidos suenan en el portal.

"Ah, Sam, se me olvidaba, esto es para ti. Es muy efectivo." El portal se cerro casi tan pronto como fue abierto. Xolotl regreso sin prisa ni prosa hasta la residencia de la Muerte.

Xolotl se equivocaba sobre no tener nada de que platicar. Caronte y Virgilio rieron al escuchar como Izanami-chan salto y grito y rio como demente cuando este llego con tres bolas vivientes de pelo rosa. Rieron aun mas cuando comento la vehemente opinion del resto de la familia al encontrar estiercol en la cochera del morti-mobil. Calleron al suelo al ver las fotos de los animales con cada filamento capilar parado por la estatica que solo uno de los dioses del relampago puede crear. Al regresar, Xolotl tomo un relajante baño con el regalo del mortal. "Jabon del perro agradecido".

Shinigami St.

"Ya tenemos el encargo, el doctor se quedo con la patente, y ya sabemos en que terminara cualquier potro saludable y comestible en esta tierra de wasabi y salsa de soya. Ahora que?"

"Tendremos que llevarselos a la muerte. Por supuesto. Mas bien... tendras que llevarselos"

"Yo?"

"Si, yo no puedo ir. Es muy complicado."

"Te da miedo, verda', Lazarillo?"




Canuto frente a la puerta del otro mundo. Tratando de recordar el numero de celular de la Muerte. No tenia que saberlo, no tenia que haberlo aprendido, o tenido contacto con el. Con un poco de esfuerzo, el santo puede recordar cualquier cosa que haya pasado en su vida, la vida de sus vecinos, o la vida de cualquier otro ser humano. Solo necesitaba algo de picante. Para sintonizar su mente. Para tranquilizar su tripa.

Afortunadamente, tambien hay un 7eleven cruzando la calle. Masticando un habanero pizza-man recien recalentado, la vision llego, en toda la gloria que las visiones milagrosas llegan. Luz, canto angelical, y un antojo por refresco de cola bien frio.

"090-9999-9999... Debe tener contrato con Tu-ka..."

Naranja o rosa, por alli va.

Durante 8 años Akita trabajo. 3500 horas rentadas en Deep Blue. 178 Experimentos en melanina y queratina. 4 equipos de genetistas, usados hasta la ultima gota de fluido intracraneal. La búsqueda del tinte perfecto, tinte encodado en la doble hélice de equino celta, llego a su fin. Frente a el se encontraban tres potros, cada uno con un nivel ligeramente diferente de color salmón (de uno marinado en beta caroteno). El doctor tenia que festejar. Salio a comprar melones para todo su staff.

Mientras se dirigía al estacionamiento, el Doctor recordó Casi una década había pasado desde que vio a sus patrones. Cada reporte que enviaba era respondido segundos después de presionar "enviar", cada factura pagada en el mismo lapso. Casi sentía que alguien le leía el pensamiento, o mas bien, sentía que alguien sabia lo que el haría antes que el. Sacando un paquete de Maruboro se dispuso a fumar la paranoia lejos de si, para ser detenido a tres metros de su auto por el sonido de un encendedor, una mano ofreciéndole fuego. Click, clicki clack.

Dos figuras frente a el. Una envestida en una parca. La otra en un traje de Gman. El tipo en la parca con una bolsa enorme, llena de melones chinos.